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Informe 011: apagones en Sevilla.

Informe 011: apagones en Sevilla. Estimado compañero de trabajo Cumeak.

El motivo de mis ausencias no es más que la serie de apagones que se están produciendo en esta ciudad desde principios de semana.

Ayer, sin ir más lejos, me ocurrió un hecho inesperado. En el transcurso de mis investigaciones acerca del carácter altamente nutritivos de la comida de la cadena M fui a visitar uno de estos establecimientos en una zona céntrica de la ciudad. Entré por el montacargas trasero, junto con una persona encargada de hacer los repartos.

Tal fue nuestra mala suerte que, mientras el montacargas subía, ocurrió uno de estos apagones. El montacargas quedó detenido en plena marcha, y así estuvimos durante doce horas.

El encargado de repartos resultó ser buena persona y yo diría que incluso nos hemos hecho amigos. Durante las doce horas me proporcionó información interesante acerca de eso que llamas mujer, a la que culpabilizada de dichos apagones. No hacía más que repetir que la culpa de los apagones la tenía la sevillana, que había que denunciar a la sevillana, que la sevillana se portaba muy mal con los clientes. No sé qué tipo de rencor tienen los hombres sevillanos contra las mujeres sevillanas; me gustaría investigar más a fondo acerca del tema.

Trascurridas dos horas nos prendió hambre, y no tuvimos más remedio que empezar a comernos el objeto del reparto: unas pastillas redondas, de colores, a las que llaman emanens. Después de doce horas de charla, risas y compañerismo, pudimos devorar entre los dos unos catorce kilos de estas pastillas, que curiosamente a mí se me derretían en las manos, y no en la boca, algo que le pareció bastante gracioso al repartidor.

El final del cautiverio fue más desastroso. Después de doce horas comiendo emanens, el repartido empezó a encontrarse mal (todo lo contrario que yo, que me encontraba en perfectas condiciones), de modo que se bajó los pantalones y comenzó a defecar ingentes cantidades de un líquido oscuro en el suelo del montacargas. Me pidió disculpas por ello, avergonzado. Yo le dije que le disculpaba si me dejaba tomar muestras de aquel líquido fecal para su posterior análisis, algo que le hizo aún más gracia.

Así pasé el día completo. Este fin de semana organizaré un encuentro contigo en un lugar desde el que estoy recibiendo llamadas de auxilio de algunos de nuestros corresponsales. El lugar en cuestión se llama Guadalupe.

Hasta muy pronto.

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