Blogia
2 extraterrestres

Raqfei: metrosexualizándome (segunda parte)

Raqfei: metrosexualizándome (segunda parte) Dolido por un comentario de una miembra de la resistencia, según la cual no tengo estilo, y aprovechando un momento de descanso de este arduo fin de semana, decidí metrosexualizarme un poco.

Metrosexualizarse consiste básicamente en eliminar del cuerpo y de la imagen todo aquello que se considera un defecto.

Total, que me desnudé frente al espejo y, observando mi disfraz de humano, intuí que lo que me sobraba, de momento, era el vello.

Preparé entonces todos los instrumentos cortantes (o eso creía yo, que cortaban) capaces de extraer o igualar el vello de mi cuerpo. La primera fase consistió en la igualación de la largura de todo el vello del pecho y abdómen (o sea, tripona) con la máquina de pelar. Le instalé la peina del #1 y empecé a pasármela por las susodichas zonas a contrapelo. El resultado fue magnífico, aunque un poco áspero.

La segunda fase consistió en el afeitado del vello rizado y pelucoso de los hombros y jibia, o sea, joroba. La tarea fue complicándose, debido a que hubo que realizarla prácticamente a ciegas. Con gran confianza en mis habilidades, y sin previa premeditación, rasuréme también la parte lumbar, esta vez totalmente a ciegas y forzando las articulaciones de los brazos. Tuve que mirarme varias veces al espejo, porque el resultado de la primera afeitada fueron unas curiosas bandas de pelo entrelazadas con partes lisas y rojizas por la fricción. Como una especie de paso de cebra, pero con pelo y carne.

Ya que estaba, me pasé la máquina de pelar por el vello púbico (tercera fase), haciendo verdaderos malabares allá donde el pubis se une con el sexo, un verdadero salto cualtitativo de textura y firmeza.

No quedó mal. Me decidí a completar mi proeza eliminándome un poco de vello del mismísimo culo, con la maquinilla de afeitar (cuarta fase). Y allí llegaron mis complicaciones. Para poder observar la eficacia de mi trabajo tuve que adoptar la postura que aparece en la imagen, de espaldas al espejo, con el tronco flexionado hacia delante, observando toda la escena entre mis piernas. Reconozco que la situación fue bastante cómica, pero poco eficaz. Creo que me dejé un glúteo sin afeitar (por no ser ambidiestro) e intuyo que el futuro crecimiento de vello va a provocarme picores e irritaciones.

Me temo que para la siguiente ocasión elegiré un disfraz de humano ya metrosexualizado, porque metrosexualizarse exije una constancia y una disciplina que soy incapaz de mantener, y las compensaciones pueden llegar a ser pocas si no te dedicas a tu cuerpo.

Seguimos en contacto.

0 comentarios